domingo, 2 de noviembre de 2014

Acelera a fondo: Oscar Isaac Ojeda


Oscar Isaac Ojeda: Una vida entre los fierros y los clásicos




Trabajó en el Turismo Carretera junto a su amigo Leandro Mulet, un  pilóto de carrera platense muy reconocido. Tuvo los autos que quiso. Hace solidaridad con su auto cada vez que lo mandan a llamar si el tiempo se lo dispone. Y acude con el Rambler a los encuentros de autos clásicos que puede junto a su amigo Juan Jose Ricco y su Chevrolet Impala del 62 que ántes fue de Oscar. También cada vez que lo llaman  para alguna produccón fotografica de aficionados a los fierros, el siempre trata de estár.


  Oscar tiene una filosofia particular, entre sus frases podemos citar algunas como estas: “A mí todos los autos que tuve… me atraparon. Siempre fue como un amor visual a primera vista, lo veo, me gusta, y digo ese es el auto siempre me maneje así.” Desde el uso del auto comentó: “Yo si tengo algo y no lo uso, empiezo a buscar algo que me sirva, que lo pueda usar. Nunca soy de ir con la plata, llevo lo que tengo, se lo que vale y la plata que le puse. Digo tengo esto te sirve, si queres lo cambíamos ”.Por ejemplo: “Antes del Rambler, yo tenía un BMW 1989 diésel clase media. Hacia un ruido terrible no me gustaba parecía un Perkins; quería un auto viejo. Lo cambie por el Rambler, lo fui a buscar a Adrogue, lo vi por internet y me gustó, un Sábado lo fui a buscar. Me fui con el BMW y volví en el Rambler”.
  Oscar Isaac “Rambler” Ojeda, ejerce la mecánicadesde chiquito. De pibe, desarmaba los autitos de juguetes para ver que tenían dentro. Muchos amantes de los fierros que despuntan el vicio de chicos, arrancan así armando y volviendo a armar, los pequeños autitos a fricción. Esos autitos a fricción que nos hacen soñar con aquel primer auto que siempre tarda en llegar... 
  
  Después de un largo historial de vida dedicada al estudio de los fierros, nos encuentra aquí presentando su exclusivo Rambler 1962 Custom Classic americano, color amarillo y blanco que va brillando por donde transita. 

   De pelos largos y jeanes gastados, Oscar junto a su Rambler son un ejemplo de honestidad y labúro. Combinación referencial para muchos de los pibes que tienen metído en las venas los motores, los clásicos y el buen gusto. El Paladar fino de todo aquel fierrero, que conoce el ambiente tan bien como a su familia. Que cumple siempre un rol importante en el acelerar y frenar diario de la vida en cuatro o dos ruedas para los más pasionales. Que viven en la ruta de la hermandad y la pasión que solo un buen fierrero puede apresciar y defender tanto, como La Biblia lo és para la Iglesia.
  Oscar nacído en Quilmes, y hoy vecíno de la ciudad de Tolósa, quien con sus gestos y hablar emanan ese aire de barrio, de pibe de la ésquina. Un pibe con la  "birra" en la mano, los  autos parados en la intersección haciendo facha. Todo esto acompañado por un roquito venenoso del "Carpo" (Norberto "Pappo" Napolitano) que aliménta esta reuníon entre sabios mercenarios del mundo metálico de los fierros, que visten a Oscar por donde se lo miré. Asi entrámos en confianza, asceleramos y sale la primer pregunta:

  
 ¿Cual fue tu primer auto?
- Un Fiat 600, el típico. Con que otro podés empezar, con un 600. Clásico...

 ¿A qué edad tuviste este inolvidable 600?

-  A los 17, siempre desde chiquito estuve cerca de los fierros. Ya desde chiquito desarmaba los autitos de juguete, los mataba a martillazos limpios. Y mi mamá me preguntaba porque golpeas los autos. Yo le decía porque quiero ver lo que tienen dentro…


  Sé que tuvistes un Impala 62. El que hoy tiene Juan José Ricco el cantante de la power, al cual le hicimos una nota la semana pasada. ¿Cómo lo conseguiste?

- A Juan es un amigo, ultimamente estámos saliendo juntos, él con el Impala y yo con el Rambler. Somos como una dúpla, como Batman y Robin, claro que el es Robin (risas). Bien... fui a ver un Chevrolet Caprisse con otro amigo Fernando: un flaco con el que trabajaba, además de ser un gran compañero de aventuras fierreras.  Estaba buscando un motor para ponerle a la chevy de Fer y lo fuimos a ver...
  La idea era ponerle el motor del Caprisse a la chevy y yo quedarme con la carrocería para después al Caprisse hacerle un motor mantenible. Pero al final desistí y seguí buscando. Busque y busque en internet, hasta que dí con el Impala, después de semanas y semanas de mails al dueño, me pude contactar, era de Rosario. Y un Sábado le dije a Fernando vamos a Rosario por el Impala. Bueno me dijo... Y salímos. Yo tenía una coupe Renault Fuego Gta, impecable, era color gris plata, estaba hermosa, equipo de mate en mano Fer y yo nos fuimos. Llegando a Rosario se nos trabó la caja de cambios de la Fuego en quinta y a los ponchazos llegamos a Rosario por suerte. Contactamos con el pibe que tenía el Impala y a la una de la tarde estábamos en lo de un mecánico reparando la caja de la Fuego.
  Buen con este mecánico conocido del pibe que quería la Fuego mia entrámos al taller y nos pusimos con la caja, terminamos como a las cinco de la tarde, destrabamos la caja y nos trajimos el Chevrolet, llegamos como a las once de  la noche de Rosario. En ese momento no estaba como está ahora el Impala. Tenía un motor diésel Nissan, un buen motor pero le faltaba la esencia del Impala, el motor Chevrolet. Por otro lado el interior estaba destrozado se lo hice nuevo; le pusimos un motor de chevy, y la caja automática de la Malibu de mi tío que en ese momento la tenía en mí poder aunque estaba toda destrozada de carroceria pero el motor estaba buenisimo. Lo deje joya. Pero despúes lo  tuve que vender de urgencia por un inconveniente personal, no me lo podía quedar. Termino tirado en el taller de un amigo en común, mío y de Juan, en lo de Fernando. 


 ¿Entonces así llego a las manos de Juan el Impala? 


  Si con Fernando que era el dueño del taller en  donde había quedado el Impala, nos juntabamos siempre a comer. Cada vez que entraba al taller y lo veía ahí tirado, se me piantaba un lagrimón te digo, despues de todas las cosas que le hice...  Buen la cuestión es que al taller un día cáen a comer Juan y su hijo Marcos, viendolo toda la noche a Juan me dí cuenta que le había quedado el Impala clavado en la mente... A cada rato preguntaba algo del Impala, era imbancable. Entonces, a los días le dije a Fer  me parece  que a Juan le gusta el Impala - te parece- decía Fernando. - Si no vistes como lo miró toda la noche- le dije yo. Y no me equivoqué. A la semana de la cena, Juan empezó a preguntarle a Fernando -no me vendés el Impala - Fernando quería sacarse de encima el auto porque le ocupaba lugar en el taller. Entonces se lo vendío. Por eso ahora estoy más tranquílo porque sé que a Juan le enferma ese auto y lo va a cuidar.


  ¿Y al Rambler que tenés ahora, como lo conseguiste ?

- Después de un tiempo, quise  volver a las fuentes y otra vez empecé a buscar otro auto que me guste, de preferencia clásico. Y hurgando por internet lo vi, el Rambler estaba en Adrogué. A mi señora le gustó. Aunque no entendía porque me gustaban tanto esos autos viejos. Al fin se convencío, no le quedó otra, así me conoció y así lo aceptó. A mi en cuanto lo vi me gustó, dije este es el auto y lo fui a buscar. Yo tenía un Bmw 1989 diésel de fábrica. No me gustaba el ruido que hacía, parecía un motor Perkins por donde pasaba sabían que era yo. Lo odíaba así que el negocio se hízo. Acá lo tengo y no me puedo quejar, fue un negocio redondo.

  ¿Ántes de que vos lo tengas, sabes la historia, la procedencia de esta belleza?

-  Sí. Mirá este auto estaba en Córdoba, el auto lo tenía un señor que lo compró de fábrica, el color era de un celestito pastel y el viejo lo pinto de ese color que tiene ahora. Amarillo y blanco. El auto llega aca a Buenos Aires y lo agarra un mecánico que le hace todo el papelerío, lo vende y lo compra este pibe que me lo vendió a mí. Que lo vende porque se quería casar y necesitaba la plata para hacerse la casa. El auto mío lo compra en realidad el padre quien se quedaría con el BMW, convensiendo al hijo para que largue el rambler y él le daría la plata que necesitase para su casamiento. Entonces así me lo traje. 


   Entonces así como esta ahora lo compráste...


  Si yo le hice algunas boludeses de pulído y dos o tres cositas de mecánica. Siempre estuvo así como lo ves todo original, el motor nunca fue abierto tiene 139.000 kilómetros de fábrica. Un lújo.


  Ya tenés el Rambler ¿Es un auto complicado para andar por la calle, o no?

- Para nada es lo más dócil que hay para andar, frena muy bien, tiene un andar maravillóso, no tiene nada que envidiarle a cualquier compacto de hoy. A parte considero, que si no lo podría usar, no lo hubiese comprado. Siempre digo, los autos son para usar. Si lo compro es para usar. Eso de tener un auto, parado en un museo, por el solo hecho de ser clásico, me parece estúpido. Mi abuelo siempre lo decía, “los autos son para usar”. El día que yo no pueda manejar al auto lo vendo.  ¿Para que lo voy a tener yo? Más vale se lo doy a alguien que lo pueda disfrutar como lo disfruto yo.
  
  Si bien decís que tuviste todos los autos que quisistes, algún fracaso, alguna cuenta pendiente que téngas. En cuanto a ese auto que te gustaría tener o que tuviste y no lo pudiste disfrutar, más allá del Rambler.


- Y como un fracaso podemos decir, que tuve un Escarabajo que estaba espectacular, era rojo y blanco, pero lo tuve que vender, porque nunca lo puede patentar. Todo por un error en los papeles, un dato mal puesto en la cedula verde. Un dato imposible de modificar porque el titular había fallecido. Ahora tengo una moto (que la hice toda artesanal) que no la uso. La quiero cambiar por un Auto Unión que vi,  pero por ahora está en stand by. 




  Cuando llegamos a la casa de Oscar, de fondo estaba sintonizado en el led, el canal “Discovery Turbo”. El canal Discovery Turbo, es un canal donde la  base de la programación son los autos y las motos clásicas. La mayoría de los programas de este canal muestran el trabajo que hace un restaurador desde que adquiere ese auto deteriorado difícil de encontrar en un estado feo normalmente. Convirtiéndolo luego en una pieza de colección haciendolo en el menor tiempo posible y en base a un presupuesto acotado. O para los más audáces convertir sus autos en tremendos tunnings, con enormes equipos y efectos dignos del cine de ciencia ficción.

   ¿Es cierto que tuviste un paso como mecánico por el TC?  Contame de esa experiencia…

-  (Risas) Si estuve en el TC (Turismo Carretera). Bueno yo tenía un taller de instalación de equipos de gas aca en La Plata después que me vine de Quilmes y de hacer una pila de trabajos siempre referidos a la mecánica, lo único que hice distinto fue trabajar en una metalúrgica pero siempre los fierros en el medío...
   Un día cayó Leandro Mullet al taller, era un amigo y venía seguido, por eso mas o menos conocia las cosas que yo había hecho como mecánico. Entónces me comentó que tenía ganas de que yo esté  en el equipo de  TC al que el pertenecía ya que me conocía y sabía como trabajaba, que le iba a venir bien a su equipo de mecánicos. Y así fue...
  Trabajé en el equípo de Leandro Mulet en el Túrismo Carretera como mecánico.

  ¿Y que rescatas de ese trabajo, de esa experiencia?


  Y la experiencia fue buena aunque breve. Porque no quedó la relación del todo bien. Ya que en ese tiempo los problemas económicos tenían un rol importante en la categoría. Mirá, para que tengás una idea cualquier pibe o mecánico que trabajaba  ahí, cobraba 2500 pesos por mes. Te estoy hablando del año 2006. Había carreras cada quince días y el monto mayor no se lo llevaban los mecánicos a decir verdad y menos si los resultados no acompañaban. Era mucho laburo y poca plata en realidad.

Mirá: "Despúes de que estás ahí y ves las cosas que yo vi, la pasión por los fierros se te va al carajo. Y es literal, se te vá al carajo". Cierra Oscar con un dejo de bronca y pesadumbres.

  ¿Ya que estuvistes en el TC, como vez la categoria hoy?

- La verdad es que el TC ya no es más como  antes. Hoy los pilótos corren en el equipo que más les paga y no les interesa otra cosa.  Hoy los pilótos no tienen la pasión que tenían los pilotos de antes, no tienen sangre, son todos pécho frio. Después de Juan Maria Traverso el Turismo Carretera ya no fue lo mismo. Hay un antes y un después del “Flaco”Traverso en el TC y en el automovilismo en general. No hubo ni habrá otro  piloto semejante o parecido a él.


  Sabemos que con el Rambler, soles acudir a eventos solidarios o encuentros de autos clásicos. Cómo te llevas con estas circunstancias.

- Últimamente, salgo poco con el auto. Más que nada por cuestiones de tiempo o de distancias. Pero este 23 de Noviembre, estamos invitados con Juan Ricco a ir a Magdalena para un evento solidario. En ayuda de una escuelíta de educación especial allí en la ciudad vécina de Magdalena. Y vamos a ir.
  Siempre que pueda y que compadezca con la causa por la cual se organíza un evento mi auto y yo vamos a estar.

  ¿Qué otro evento tenes presente en la agenda Oscar?

- Este Domingo 9 de Noviembre por ejemplo vamos a ir con el Impala de Juan y el Rambler mío a un evento promocionado por la revista “Corcel de Fierro”.
   Una revista que entre sus páginas mezcla las dos pasiones del mundo automotor. Los motores  y las mujeres, que
   siempre van de la mano, con la buena música y  las maravillas que derriten cubiertas en dos ruedas: las motos.

   ¿Te paran por la calle queriéndo sacarse fotos con el auto? ¿Como te sentís con eso?

-      Entiendo el interés de la gente al ver un auto raro y quiera sacarse fotos con él. Lo que pasa es que al Rambler no le gusta pasar  desapercibido, comentá entre risas. Igual no tengo historia, me gusta que así sea .

  
  Oscar Ojeda es una muestra gratis de miles de pibes que se criaron entre los fierros. Donde su mundo empieza y termina con un motor acelerando, con las manos manchadas de grasa, o buscando un nuevo auto para hacerlo diferente o simplemente mejor.   Luego de esto no queda otra cosa que disfrutar en familia y con amigos del logro alcanzado. Como Oscar que con su anterior auto el Impala, llevo a su hija al cumpleaños de 15 con su auto y la hizo sentir una reina.



Por Leandro E Sciutto








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