jueves, 30 de octubre de 2014

Aceleran a fondo: Leonardo Villabrille y Damián Castro

Creciendo junto a los fierros



 El mundo de los fierros convoca a muchos fanáticos, y aunque abarca a gente de todas las edades,sus principales exponentes son jóvenes de entre 18 y 25 años. Ese es el caso de Damián, un aficionado de la mecánica y Leonardo, fotógrafo de eventos automovilísticos, dos jóvenes de 21 años, quienes además de compartir una amistad día a día lo hacen también en las pistas.  
Damián, con tan solo 11 años salía del colegio a las apuradas para llegar al al taller de su abuelo, ubicado en 28 y 58, de la ciudad de La Plata, donde trabaja hoy en día junto con su papá realizando arreglos de electricidad del automóvil. Al principio se limitaba a mirar, luego se animó a ayudar con las herramientas, hasta que finalmente empezó a meter mano en los autos. Viendo esto, su padre y su abuelo lo pusieron a prueba en el taller. Fue así como el primer arreglo que realizó fue el de un Alfa Romeo 145. “ Antes de hacer la tarea miraba vídeos de carreras de autos” comentó mientras su madre lo miraba de reojo recordando que debía perseguirlo para que estudie.
Leonardo, en cambio, dice que su amor fue heredado genéticamente por su padre, quien siempre tuvo la misma pasión.”Es un lazo que nos une”, dijo mirando a su papá que estaba sentado junto a él. Leo define su gusto por los autos como algo que lo llena, un complemento en su vida, algo difícil de explicar y que le ha dado a lo largo de su corta vida amigos, trabajo y placeres. “Si no lo vivís, no lo sentís”, dijo entre risas.

Ambos acuden a todos los eventos organizados por el Speed Club, un grupo de amigos que se dedican a fomentar las picadas de autos en lugares seguros y en el cual Leo es fotógrafo.

Allí una vez por mes varias personas se reúnen, alquilan un autódromo y pasan el día girando en pista, ya sea por diversión o por competencia.



¿Como se conocieron ustedes dos?



Leonardo: Con Damián nos conocimos trabajando en un boliche de la ciudad de La Plata y entre charla y charla resultó que a los dos nos gustaban los autos. El admira a los autos de la vieja escuela, el poder americano. Yo en cambio prefiero los autos fabricados de los '90 en adelante, especialmente los japoneses. A pesar de esta pequeña diferencia tenemos una idea muy similar de lo que es la relación con un vehículo y lo que significa esta pasión.

A partir de ahí empezamos a charlar más seguido y lo empecé a introducir en el mundo de los autódromos y el correr seguro.





¿ Qué piensa tu familia respecto de esta actividad que practicas?

L: en un principio no le gustaba nada, primero porque mi viejo al tener la misma vivencia de joven sabía los peligros que involucra estar atrás del volante, a eso sumale que en general los autos de ahora son más rápidos que los de antes y la calle más peligrosa. Pero con el tiempo y realizándolo con las medidas de seguridad necesarias, se fueron adaptando y aceptándolo con mayor voluntad, aunque el miedo siempre esta.



Damián: mi familia me acompaña y me da su apoyo porque saben que es lo que yo amo, ellos me incentivaron para que estudie la tecnicatura en automotores y así poder desarrollarme mejor en el ámbito. Aunque no les gusta nada cuando me subo arriba del auto, ya que ando a fondo para todos lados, eso es lo que me hace sentir libre.



¿Tienen auto?

L: digamos que sí, tengo un Renault 11ts modelo 1985 que fue mi regalo de 18 años y también de egreso, que en el 2010 tendría que haber salido a la calle y hoy en día sigue sometido a distintos arreglos. El auto llego a mí como herencia de familia, cuando se quiso vender no se pudo y yo me interesé en él desde muy chico, he pasado días y horas leyendo para poder mejorarlo, me he mandado mil cagadas pero debo afirmar que el auto me eligió a mi, pobre hizo una mala elección pero ahora está en mis manos y voy a hacer lo imposible para dejarlo inmaculado y sacarlo a la calle.


D: si, tengo un Fiat Duna SCR modelo 1993 con motor brasilero y un Ford Falcon que estoy restaurando de a poco. El primero me lo regalo mi papa para mis 18 años, lo eligió por el precio. Era el Duna o un Dacia en el que habitaban gallinas, si era un gallinero (risas de su familia de fondo). No me voy a olvidar nunca cuando lo traje desde Berisso con mi viejo. Lo traía a las chapas, andaba muy bien y mi papa desde su camioneta me decía que levante la pata del acelerador, lo sacaba patinando en todas las esquinas, no estaba acostumbrado a manejar ese auto. Fue mi primer gran amor, después de mi novia obvio ( la novia lo mira sorprendida desde la punta de la mesa). El Falcon lo herede de mi abuelo y cada vez que puedo le voy haciendo mejoras, es complicado conseguir repuestos y al ser cara la mano de obra tengo que ir restaurándolo yo solo.




Damián afirma que creó un lazo entre su auto y el. Algo que no se puede romper. “ Yo amo a mi auto, confío en él y a diferencia de las personas se que nunca me va a traicionar.” Y por más dura que fuera su afirmación algo de verdad tiene.



¿Cómo definirías la relación entre tu auto y vos?



D: es imposible de describir, solo lo siento cuando estoy arriba de él, es una relación que uno mantiene con el auto, con la diferencia que cuando los dejas no te piden la mitad de las cosas ( risas generales), hay quienes me llaman loco, hasta mi familia quiso que vaya al psicólogo porque hablaba con el.. Yo lo entiendo a él y el a mí. Se cuando necesita algo o cuando tengo que levantar el pie del acelerador. Cuando estoy arriba del auto somos uno. El año pasado me agarro la inundación y el auto me quedo hecho pedazos, estuve deprimido seis meses, me sentía vacío sin él, me faltaba algo. Yo arriba de mi auto veo y disfruto la vida de otra manera. No me imagino la vida sin mí dunita.







¿Qué sentimientos experimentan cuando están en la línea de largada?



D: Lo principal son nervios y adrenalina , segundo preocupación porque no quiero que le pase nada al auto, ya me ha pasado que me ha explotado el motor y tener que empezar desde cero e invertirle plata, que ojo para mí no es tirar plata al piso porque invierto en lo que amo. He tenido que pedir adelantos en el trabajo e incluso plata a mi señora para volver a dejarlo flama. Estar atrás del volante es una sensación reconfortable, es a todo o nada, mi corazón regula y acelera al compás del auto.



L: son muchas cosas a la vez, es raro y muy difícil de explicar con palabras. Cuando estoy detrás del volante mis preocupaciones y problemas desaparecen por un rato, es una simbiosis que uno tiene con el vehículo, solamente quien tiene una pasión similar puede saber de lo que estoy hablando.



¿Qué auto elegirían para correr en un autódromo?



L: uh me mataste, puedo elegir dos? Yo tendría un pedazo de fierro con un motor, dos cubiertas gigantes atrás y que lo único que pueda hacer sea doblar y acelerar fuerte o si vamos a desear me gustaría cualquier vehículo icónico de los 90, aunque es poco probable que llegue a tener algo así, es uno de los autos con los que correría en un autódromo.



D: yo elegiría un Dodge Daytona del ‘69 porque fue el auto más rápido en las carreras de daytona, se lo llamó el imparable. Lo que más me gusta de ese auto es que tiene un motor V8 con 475hp, de cuatro velocidades que logra una velocidad final de 320km/h, que para la época y aun hoy en día son números sorprendentes.





¿Corres picadas en la calle?



L: ehhhh sí y no, he andado rápido en la calle, normalmente no corro porque ando en un auto que no es mío y se arrastra, no le puedo correr más que al viento, aunque si me aceleran(me hace enojar mucho que me aceleren) se me nubla la cabeza y lo pisó a fondo. Así que generalmente no, aunque creo que es más una consecuencia de tener un auto lento que una decisión propia de decir no, no corro en la calle.



D: Si, mas puntualmente en el bosque de la ciudad de La Plata donde todos los fines de semana a la madrugada se arman carreras. A veces el costo para correr en un lugar seguro es muy elevado y como la necesidad de hacer lo que te gusta es más fuerte hago cosas que no debería.

En la calle ando rápido y le corro a los autos que me sobrepasan o también a los que andan en la misma onda que yo.



¿Te imaginas el día de mañana con una familia?



L: sí por supuesto, es más uno de mis grandes miedos es que el día de mañana mi hijo quiera correr en la calle. El parque automotor con el tiempo es cada vez más grande y el tráfico un caos, me asusta que mi hijo haga las mismas locuras que hago yo y el espacio no le responda como hoy a mí. Por eso me gustaría inculcarle que si realmente le gustara correr lo haga en un lugar seguro y con todas las medidas de seguridad correspondientes. La calle hoy en día es peligrosa y hay muchos boludos al volante. No quiero poner en riesgo la seguridad de ningún miembro de mi familia. La velocidad es una actividad que me ha llenado y hasta me ha hecho reflexionar sobre la vida y me gustaría que el día de mañana si llego a tener hijos tengan la posibilidad de experimentar lo mismo que yo practico. Los tiempos cambian, antes se andaba a caballo y yo no tuve la posibilidad de experimentar la pasión de correr arriba de uno, si es un ejemplo pelotudo ya sé, pero quisiera que tengan la posibilidad de vivirlo. Me gustaría que puedan andar tranquilamente y que hagan estas cosas en los lugares habilitados.





¿Qué consejos les darían a los jóvenes que incursionan en el mundo de la velocidad?



L: Yo les diría que tengan cuidado, porque así como te reconforta y te llena, tiene sus cosas a favor y en contra. Es una actividad cara, más allá del vehículo que sea es necesario darle el mantenimiento correspondiente, hay que hacer esfuerzos y sacrificios y si queres correr aun más todavía, ya que para correr en un lugar seguro “te tiene que dar la nafta” y el vehículo debe estar preparado para tal actividad. No aconsejo correr en la calle, por el hecho de que se puede poner en riesgo la vida de los demás, uno vive en sociedad y debe respetar en lo posible todas las reglas. Anden tranquilos y cuídense.



D: Que la pasen lo mejor posible y tengan cuidado, yo tuve varios accidentes entre ellos uno muy grave en el que casi salgo despedido por el parabrisas, producto de andar como loco en la calle. Sepan que no es nada lindo para las familias experimentar dicha situación Y siempre pero siempre usen el cinturón de seguridad, está diseñado para salvar vidas.
Que se comuniquen con el auto y que sepan hasta dónde puede llegar a dar, cual es el límite de uno y del vehículo.





Estos dos chicos fortalecieron su amistad compartiendo lo que aman. Su pasión no conoce limites y por mas piedras que haya en el camino ellos seguirán acelerando No hay nada mejor que hacer lo que a uno le gusta con la gente que quiere. Porque esa es la verdadera sensación de libertad, que para algunos solo se encuentra en los fierros.
 Por Malena Bozzano

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